viernes, 9 de febrero de 2007

Elecciones otra vez, no lo soporto

Que pereza!!! Otra campaña política. Vuelve y juega el asuntito aquél de que todos empezamos con los “comprométase con la ciudad”, “votar es participar”, “es que es su derecho y su obligación”, “si no vota, después no proteste”, “mire que es la única manera de cambiar esto”, etc. Que pereza!!!

Y no es que deteste la política o los asuntos electorales, no, de hecho amo la política y nunca – con excepción de lo que algún gobierno propuso para votar con el absurdo nombre de referendo – he dejado de ir a las urnas. Durante toda mi vida, el dia de elecciones he salido de mi casa a más tardar a las 8:30 a.m. hacia la Escuela Ramón Giraldo Ceballos con el fervor de una persona que tiene un poco introyectado su papel de ciudadano responsable.

Me da mamera esto de las elecciones porque todos cambian de piel.

Pasan de ser los indiferentes habitantes de la ciudad que no tienen ni idea quién es el Secretario de Gobierno o el Director de Planeación del Municipio, a ser los ciudadanos más comprometidos: “Es que no podemos dejar la ciudad en las manos de cualquiera”, dicen; pasan de ser unos anárquicos o descuidados transeúntes urbanos a ser los adalides de la democracia: “es que si yo no elijo, los demás eligen por mi”, aseguran y refuerzan con que “el voto debería ser obligatorio”.

Se me hace insoportable que, de repente, una buena parte de mis conciudadanos pasen de desconocer que los políticos se comportan como se comportan porque la política es el ejercicio del poder – casi siempre a como de lugar – a saber montones de política, de la noche a la mañana se hacen casi politólogos: “mirá que este no es de ningún partido”, aseguran, como si la política fueran los partidos o si los partidos fueran solamente el liberal, el conservador o el polo.

Me jarta que mis queridos amigos ciudadanos, sin conocer un solo Presidente de J.A.C. o a algún Edil y no tener ni idea qué carajos es J.A.C. o Edil o qué dice el “Plan de Desarrollo del Medellín 200X – 200X”, realicen unas evaluaciones de la gestión del Alcalde con tanta propiedad:

-“No ve que casi acaba con la ciudad”
- ¿Si?, ¿Y por qué?
- “¿Cómo que por qué?”
- “¿Es que usted no lee EL COLOMBIANO, no ve noticias, no ha visto TELEMEDELLÍN?”
- Si, pero ¿y entonces por qué casi acaba con la ciudad?
- “Pues no ve que se robó un montón de plata”
- ¿Si?, ¿Cuánta?
- “No, pues yo no sé exactamente, pero la prensa (o mi jefe, o mi primo el gerente de...) dice que es un ladrón...

Y uno se queda en las mismas. Y que quede claro: 1) no le creo mucho a los medios 2) menos aún si se trata de política 3) y menos, si lo anterior sucede en Medellín. ¿Por qué? Pues porque los medios pertenecen al gobierno o, en su defecto, los propietarios-directores son o han sido alcaldes o gobernadores (y concejales por ahí alguna vez) y hasta congresistas. Y yo si conozco un poco de medios de comunicación y su relación con la política y lo que se le ordena a los periodistas del medio es ley divina. Yo no creo en los medios de comunicación y su generación de opinión pública.

Pero dejando de lado el paréntesis de los medios digo que me jarta el asunto de la evaluación de gestión porque mi querido amigo ciudadano no tiene ni idea de que diablos es una Unidad Intermedia de Salud, ni lo que es una I.E. y eso me da tristeza.

Y entonces así se van yendo las noche y los días, con mucho tedio y yo, para no alargar más este asunto - porque ya me está agarrando el tedio con esta pose de analista político – sólo quiero manifestar que me enervan las cadenas de correos electrónicos en los que me dicen que vote por tal o por cual o que ni se me ocurra votar por fulanito o sutanito. Y simplemente me enervan porque estoy seguro de que quien creó el aviso, anuncio, la advertencia, la propaganda o como usted lo quiera llamar, tiene intereses laborales y/o económicos o, de repente, filiales, pero seguro no lo hace por el bien de la comunidad.

No soporto esos correos porque básicamente YO VOTARÉ POR QUIEN YO CONSIDERE LA MEJOR OPCIÓN PARA LA CIUDAD, con mi visión de ella y, como siempre, sin intereses personales (ni laborales, ni económicos).

P.D. Y hoy no sé por quién voy a votar porque ninguno ha planteado una sola idea sobre la ciudad, cuando lleguen las ideas, llegarán las decisiones.

viernes, 2 de febrero de 2007

Con cara gana usted, con sello pierdo yo



Aunque la vida en general o el universo o el cosmos – cada quien sabrá como denominar el asunto – es un boomerang cargado de justicia, la cotidianidad es terriblemente injusta, casi siempre (para no hacer de puro paisa determinista): en las cosas de ya, en las que quiero ahora mismo, en las que deseo que sucedan en segundos, en las que se me ocurren en este mismo momento, suele atravesarse el fracaso. Si el asunto es que algo no funcione justo ahora, pues soy el primero de la fila.

En cuanto a mujeres, es posible que yo sea un poco pretencioso deseando que ellas comprendan ciertas situaciones de la vida cotidiana en su plena dimensión, sin darles trascendencia, sin llevarlas más allá, sin que las afecte. Si las llevas a la cama sin mencionarles absolutamente nada sobre tu poco interés por establecer una relación formal, terminarás siendo uno más que “me dijo mentiras, me engañó”, “si yo hubiera sabido que la cosa era así no habría llegado a ese punto”. En cambio, si les dejas todo claro, si planteas “antes de...” que no querés nada más que eso, si lo único que prometés es cama, pues resulta que también hay problemas: “que no más, que pare ya” y hasta ahí llega la noche, “que por qué no me has llamado” y hasta ahí llega la semana, “es que yo pensé que usted estaba prendo y no estaba hablando en serio” y hasta ahí llega el mes.

También existe el popular cliente, nada peor que un cliente porque de entrada él cree que sabe más que uno. El tipo no sólo tiene claro qué es lo que necesita, para qué lo necesita y cuánto tiene para hacerlo, sino que además sabe cómo se hace, dónde, cuál debe ser el formato, qué debe decir, qué colores tiene que llevar, lo sabe todo y eso es absolutamente desesperante. Pero, ¿para qué me contrató? No sé, ninguna de las propuestas que se le presentan le sirve, todas reciben su sabia corrección y cuando uno hace justo lo que él ha propuesto corregir y tal cual él lo dijo, el tipo ha cambiado de idea porque “pensándolo bien, así como que no va a funcionar (...) y se me ocurre que si juntamos la parte A de la propuesta 3 con la parte C de la propuesta 1 y la parte B de la propuesta 2, sale bien la cosa...” y termina uno haciendo una colcha de retazos tan fea, tan vergonzosa, que lo deja a uno en que cobra pero no pone su nombre por ahí ni a palos.

Pero no sólo las mujeres y los clientes lo convierten a uno en un fracasado, en un impotente, porque el campeonato se lo lleva un personaje que lo logra con creces cada vez que aparece: el funcionario público. Él es el drama colombiano de todos los días, nadie se ha salvado, nadie ha podido evadirlo, ni siquiera los mismo funcionarios públicos. Que “no es en esta ventanilla, es en la catorce” pero señorita si acá dice que esto se hace en esta ventanilla, mire... “ahhh si, pero es que eso cambió ayer y ya no es en esta ventanilla, es en la catorce” y la fila de la catorce es más larga que la que acabé de hacer. “No señor, es que todavía no estamos atendiendo ese trámite, vuelva en la tarde”, “Se cayó el sistema y no creo que hoy se atienda más y recuerde que los miércoles, jueves y viernes no hay servicio al público, así que regrese el próximo lunes...” o “pero el contador si le toca pagarlo a usted porque es su responsabilidad”... definitivamente como diría un amigo querido, son una plaga.

Al final, si se le mira sin detallar mucho, digamos que todo sale bien, pero definitivamente la vida cotidiana se complica demasiado con ciertas situaciones. Es posible que lo que yo este buscando es un mundo perfecto, mi mundo perfecto, y si, lo acepto, suena demasiado egoísta, es demasiado egoísta, pero es que también estoy convencido de que llegué a este lugar y en este momento a pasarla bien, a disfrutar de lo que me rodea, a tener los mejores días - uno a uno y todos juntos -. Por eso no dejo de soñar que algún día cuando tire la moneda con cara gane yo y con sello gane usted.