viernes, 29 de agosto de 2008

La mejor defensa es... cualquier impertinencia

Aceptemos que Juan Fernando Cristo tuvo su enredo con el manejo de recursos económicos durante la campaña ¡Samper Presidente!. Aceptemos también que el Senador Petro era miembro del M-19 cuando éste grupo se tomó el Palacio de Justicia.

Lo primero, la campaña, tuvo su desarrollo entre 1993 y 1994, hace ya unos catorce o quince años. Lo segundo, la toma del Palacio, fue en el año 1985, es decir, hace unos veintitres; quiero agregar, además, que el Senador Petro hizo parte del proceso de desmovilización del M-19, que culminó el 8 de marzo de 1990, hace poco más de diez y ocho años.

¿Y eso para qué saberlo? Déjeme decirle.

El vínculo de Cristo con la campaña samperista y sus dineros calientes fue uno de los asuntos traídos a colación – a modo de cortina de humo, por supuesto – por el Presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, para responder a la justificada petición de explicaciones que el Senador Cristo hizo por las recientes visitas del abogado de a.don Berna y el delincuente a.Job a “La Casa de Nari”. Dos asuntos al respecto: Primero, el Senador Cristo, como parlamentario, como representante de los Colombianos, no sólo tiene derecho sino la obligación de preguntar por ese suceso. Segundo, la cuestión de los dineros calientes de la campaña Samper fue hace mucho rato, no hace pocos meses (como lo de a.Job y el abogado de a.don Berna) y no es preciso, ni pertinente que se traiga a colación ahora, entre otras porque en el retrovisor ya se ve chiquito. Pero lo más preocupante de todo es que el Presidente siempre tiene una mala disculpa y en este caso, no le salió mejor. Que venían a hacer una denuncia sobre el complot de la Corte Suprema de Justicia, pues que pena que las denuncias hoy en dia, se hagan en “La Casa de Nari” y no en la Fiscalía General de la Nación. Bueno, así está actuando este gobierno, se cree viejo juez, ese que instruía los procesos, valoraba la información y condenaba.

Pero es que lo del retrovisor es ya una mala costumbre, o mejor, un vicio patético de la Presidencia (gabinete incluido) porque resulta que el señor Ministro Fabio Valencia Cossio, ante el cuestionamiento sobre la conveniencia para el pais que él siga siendo el Ministro del Interior y de Justicia por parte del Senador Gustavo Petro (debido a la reciente destitución de su hermano Guillermo León Valencia Cossio de la Dirección Seccional de Fiscalías en Antioquia por relaciones directas –conversaciones telefónicas y reuniones– con paramilitares de la ciudad; cargo que además era cuota política del valenciacossismo en el gobierno; pero además, por la llamada que el señor Ministro hizo al Fiscal General para que se portara bien con su hermano.), respondió recordándole al Senador Petro que no olvidara que él fue parte de ese grupo terrorista que se tomó el Palacio de Justicia, bla, bla, bla, pura baba... Insisto, eso fue hace ya unos años y no tiene nada que ver con la discusión, pues el señor Petro hizo parte de un proceso que lo regresó a la vida civil (que haya sido con justicia o no, pues ya hoy no es pertinente) y el Ministro lo comenta tratando de poner ahí la humareda que haga difusa la situación reciente, de ahora, actual, de su hermano.
Pero así es este gobierno. Tiene relaciones non-sanctas con los paramilitares y ejecuta permanentemente actos de corrupción política, pero cuando algo de ello se descubre, se defiende a muerte, de manera barriobajera, rastrera, inmoral y descarada. Generalmente, abren el baúl de los recuerdos y, de la vida de sus denunciantes, saca cualquier antiquísimo detalle para fabricar una bomba de humo al mejor estilo SWAT y así intentar desviar la atención sobre el tema cuestionado. Eso sin contar con que después siempre viene alguna justificación impertinente, tonta, vergonzosa, en un comunicado leído por el mismo Presidente que sabe que, solo con mencionar la palabra patria - como si fuera un chasquido de dedos del hipnotista –, los miopes neopatriosistas colombianos, entran en trance y dicen: claro, Alvarito, usted es el camino, la verdad y la vida, amén.

martes, 26 de agosto de 2008

La Constitución del 2009: la que necesitamos

Que la Constitución del 91 es dudosa por las presiones del narcotráfico, eso dice el señor Álvaro Uribe Vélez. Ahhh... pero que tan interesante. Pues, lo hubiera dicho antes y así uno entendería el empeño que ha tenido su gobierno en reformarla en su forma, su estructura y su espíritu.

Calro!!! Es que cuando el Presidente dice eso ya uno entiende que no importa que la hayan construido un gran grupo de Colombianos, reunidos como la Asamblea Nacional Constituyente, elegida por elección popular, que trabajo durante algunos meses en su discusión, bajo una presidencia tripartita (liberales, conservadores e izquierda - con representación en guerrillero desmovilizado). Ya entiende uno, que la Constitución del 91 es ilegítima.

Y también entiende uno que es que como una Asamblea Nacional Constituyente es ilegítima y equivocada, entonces el camino es que la Constitución se construya y se reforme, en materia grave, desde el Palacio de Nariño, con una coalición de gobierno en el Congreso de dudosa reputación, en medio de delitos de cohecho y compras de conciencia y bueno, en beneficio de los negocios políticos y personales de unos pocos.

Claro, queda claro porque es necesario un referendo. No, un referendo no, lo que necesitamos en Colombia hoy es una nueva Asamblea Nacional Constituyente, para que hagamos las Constitución del 2009. Yo propongo que la Asamblea esté constituída por algunos honorables ex-congresistas como Mauricio Pimiento, Carlos García, Alfonso Campo, Mario Uribe Escobar, Rocio Arias, Dieb Maloof, Luis Eduardo Vives, Álvaro Araujo, Jorge Luis Caballero, Miguel de la Espriella y William Montes, entre otros; también podríamos incluir allí a aquellos amigos que han tenido intención de refundar la patria - pues esta es la oportunidad -, como Salvatore Mancuso, Juan Carlos Sierra, Hernán Giraldo, Martín Peñaranda, Ramiro Vanoy, Carlos Mario Jiménez y Diego Fernando Murillo, y pueden ser algunos más; también podríamos incluir en el grupo a algunos repetradísimos ex-militares para que también tengan representatividad y en este sub-gruppo podemos incluir al General (r) Rito Alejo del Rio, al General (r) Alfonso Plazas Vega, General (r) Martín Orlando Carreño y el General (r) Iván Ramírez, entre otros, también quedan cupos. Y para que le hagamos contrapeso a la vaina pues también convoquemos a Jojoy, a Marquez, a Gabino, ahhh y al comandante en Jefe Alfonso Cano.

Esa sería nuestra mejor representación en la Asamblea Nacional Constituyente para la Constitución del 2009, que debería ser presidida, para que tenga un fondo filosófico importante por el doctor José Obdulio Gaviria, que se podría asesorar de importantes juristas como los doctores Fernando Londoño Hoyos, Rafael Nieto Loaiza y Jaime Lombana Villalba.
Esa es la Constitución que Colombia necesita. Concertada por los más importantes hombre de la patria. Por supuesto, bienvenida Constitución de 2009. Si lo hubiera dicho antes: ¡Adelante Presidente!

Enredados: no entiendo por qué

Yo no sé si porque uno piensa mal de la gente o, simplemente, porque piensa, pero claro si está, no es porque uno sea tarotista, ni lector de bola de cristal, ni profeta. Es que la situación política del país está un poco golpeada y bueno, se va a poner peor. El mejor argumento para sustentar esa afirmación, sería un resumen de varios de los escritos que ya he publicado acá mismo.

Es que con este gobierno no vamos bien. Y no vamos bien porque, primero, es un gobierno legitimado por la mayoría de un pueblo narco-político-violento. Un pueblo que, además, asume la doble moral como un valor patrio tradicional más: un pueblo que cree a ojo cerrado en los gobernantes - en general, y que, particularmente, cree que en este Gobierno existe la decencia.

En segundo lugar, no vamos bien porque – como ya lo he dicho, respecto a otros asuntos - es un gobierno con mucho de discurso mediático y muy pocos hechos concretos en beneficio de los ciudadanos colombianos. Y yo, simplemente, insisto en que solo toca una fibra sensiblera para los colombianos, poniendo a la guerrilla de la FARC como el mal peor, cuando la guerrilla en Colombia, no es más que un mal menor, consecuencia de males mayores, de los que este gobierno no se ha ocupado, como la corruptela mafiosa de la política colombiana.

Pero, tercero, tampoco vamos bien, porque es que los valores se trastocaron y se construyen discursos de doble moral, con una perversión bárbara. Nos han convencido, por autoproclamación y no por hechos concretos, de que este es el gobierno de la transparencia, la anti-corrupción, la anti-roscocracia y muchos otros anti-defectos de la política tradicional colombiana. Pero eso es un absurdo. Recuerdo a muchos de mis cercanos furibistas diciendo que el señor Valencia Cossio (Fabio) “es un tramposo, un ladrón, un político corrupto como todos” y eso si, como por arte de magia, se convirtió en un tipo decente, honorable, respetable y hasta buena persona. Pero uno no entiende cómo un gobierno puede ser el anti-corruptela, cuando está conformado, con escasas excepciones, por los mismos políticos de toda la vida: Los Valencia de Antioquia, los Holguín del Valle, los Guerra de la costa, los Gaviria de Antioquia (los mismos del excongresista Pablo Escobar Gaviria), los Zuluaga de Caldas. O por los discípulos de ellos en las Universidades play de Colombia o en las Juntas Directivas de las entidades públicas bien manejadas del país o de las Juntas Directivas de las multinacionales benefactoras de Colombia o de las grandes empresas de los generosos y patriotas empresarios colombianos o, al menos, de los discípulos del culto de los pobres (sí, del opus dei). ¿Cómo puede un gobierno no ser corrupto con ese prontuario?

Y para terminar, como cuarto asunto, no vamos bien porque la desinstitucionalización de las ya bien maltrechas instituciones colombianas que está generando el señor Uribe, agarrando su bárbara popularidad (solo comparable con la de Fujimori, Chavez, Mussolinni, Hitler, Castro, Mugabbe, por supuesto en su momento cada uno), y coptando la constitucionalidad del pais, no puede ser un buen camino. Para concretar esto último solo haré una referencia, una referencia a una situación que no es ni la más grave, ni la más olímpica (aunque no deja de ser una presidencialada de gravedad), pero es la más reciente. Eso de las denuncias en “la casa de nari” y no en la Fiscalía General de la Nación, deja mucho que pensar de la fiscalía, de la presidencia y su circulo cercano, de la justicia, del ejecutivo y del congreso, que seguro no preguntará por nada de nada.

viernes, 15 de agosto de 2008

Las bobadas de los cultos dirigentes

Hablaba yo de unos medios de comunicación colombianos terribles y es que eso no es gratuito. No sólo los grandes grupos empresariales y políticos del país han reforzado su mala intención en el mal uso de los medios, cegados por sus intereses, sino que en Colombia no hay directores de medios con dignidad (con muy escasas excepciones), pues los mejores periodistas, los serios, los que respetan y valoran los nobles principios del oficio, los dignos, no se apuntan a apoyar el vergonzoso estatus que ha alcanzado el ejercicio periodístico en los medios de Colombia.

Pero a eso hay que sumarle la preocupante actitud de los políticos (y dirigentes que, llenos de dignidad, se niegan a ser llamados de esa manera), que se creyeron el cuento ese, muy de los políticos, de: que hablen, bien o mal, pero que hablen. Y es que en los últimos meses o años, se han dedicado a salir a los medios a gritar a cuatro vientos cuanta pendejada se les ocurre, cualquier cosita desatinada, impertinente, ilógica, etc... como si no hubiese asuntos importantes para informarle al público. Son muchos casos: El presidente y sus ministros son expertos en hacerlo, los gobernadores no se están quedando atrás y los funcionarios municipales (no sólo los de Medellín) también están metidos en la onda.

La ultimita (que seguro ya nos será la última porque mañana sábado, con consejo des-comunal, habrá una que otra nueva) fue la del señor Secretario de Cultura Ciudadana de Medellín, Comunicador Social Jorge Melguizo. Si, la relacionada con Montecristo. Infortunado comentario el del señor secretario, que además de comunicador es culturólogo de una universidad española, pues se equivocó en tres asuntos fundamentales.

El primero, tiene que ver con su posición y función, que requieren de un poco de lo que llaman diplomacia pues, aunque el cargo de Secretario de Cultura Ciudadana se lo asignen a cualquiera (y no sería la primera vez), es un trabajo que requiere de altura porque es lo que se conoce como una alta dignidad en la administración municipal. Y ese cualquiera que sea Secretario no puede comportarse como un cualquiera de la calle. Un Secretario de Cultura Ciudadana no puede ir por ahí pisoteando elementos simbólicos y representativos de una cultura, p o r m u c h o q u e a é l n o l e g u s t e n, eso que lo haga un cualquiera por ahí en corrillos, en medio de los traguitos con los amigos, pero no el Secretario de Cultura Ciudadana.

Y ahí entramos en el segundo error grave. Yo he entendido desde que empecé a estudiar en serio, que eso de la cultura no es más que un conjunto de rasgos particulares de un grupo humano, que se manifiestan en actos cotidianos como la forma de hablar (hoy lenguaje), el vestido (hoy moda), la alimentación (hoy gastronomía), la música, la pintura, la literatura (todas ellas hoy bellas artes), el humor (hoy humor city) y otras tantas; rasgos que se transmiten de generación en generación y que, con el paso del tiempo y como acto natural, se van transformando. Entiéndase bien, como un acto natural. Una cultura no se transforma en cuatro años y unos meses que tiene el proyecto cultural del señor Secretario, así los medios de comunicación – con toda su influencia – hagan el mejor de sus esfuerzos. Pensarlo así no sólo es pretencioso sino atrevido. Porque una cultura se construye desde, por y para la cotidianidad de los habitantes y no por un proyecto político manifestado en un plan de gobierno y unos eventos programados y ejecutados en la ciudad, la región y el país. Es que una cultura se puede transformar, pero eso depende de lo arraigados que estén determinados rasgos: es un poco más fácil transformar la cultura organizacional de una empresa con diez años de antigüedad que la de un pueblo como el de China con unos cuantos años más. Pero, además, esos rasgos se van transformando de acuerdo al acontecer diario de los habitantes y no de acuerdo a lo que suceda en Paris, New York, Beijing (o Pekín) Madrid, Islamabad o Buenos Aires o a lo que al Secretario de turno se le ocurra que es o debe ser lo culto.

Y llegamos al tercero de los problemas. Es que no se puede pretender implantar una forma de vivir de una sociedad en otra. Las pretensiones del señor Secretario son interesantes, pero no, no es la manera. Yo también quisiera que acá se leyera más, me gustaría que se escuchara más Rock ‘n Roll y Jazz que Vallenato y Reggaeton, me encantaría que tuviéramos una cinemateca, moriría por un gran bulevar de cafecitos con sombrillas y pintores de caballete, adoraría unas rutas de buses con horario y paradas fijas y hasta disfrutaría - porqué no- del mar y una bonita playa a diez minutos de mi casa, pero no, no es lo que tenemos por costumbre y posibilidad. Eso queda chévere por allá, en otros lugares, pero no, acá no es viable porque n o s o t r o s n o s o m o s a s í, así al señor Secretario no le guste, ¿qué le vamos a hacer? Y como ese tipo de actitudes y comportamientos cultos no nos pertenecen, no podemos pretender serlo y menos con acuerdos municipales y planes de desarrollo. Es que la cultura no es lo que a uno le enseñan en España, Francia, los Estados Unidos o China, la cultura es nuestra propia cotidianidad, lo que surge en las calles de la ciudad, por generación espontánea.

Es muy de las últimas administraciones tratar de enseñarnos a ser ciudadanos y cultos, pero esa es una idea retórica, tan retórica como, a cambio de decir como decimos todos humor de mierda, decir humor escatológico. Puro discurso de mierda, pura pose de hombre culto que cree que lo es porque usa antiguas palabras con elaboración, sentido filosófico y profundidad conceptual. No, no seamos tan bobos y dejemos de decir bobadas.

Yo hoy no me reiría con el humor de Montecristo, pero lo oía en la radio hace unos cuantos años y, en ese momento lo disfruté, me reí mucho. Así como hoy tampoco me causa risa el humor de Les Luthiers, que también disfruté mucho hace unos años. Es una cuestión de tiempo y de espacio, es una cuestión de contexto. Y no, el humor de Montecristo, en su contexto, no era un humor vulgar, violento o con desmedida carga de discriminación (ni a las mujeres, ni a los homosexuales, ni a los borrachos). Pero si es un acto vulgar, violento y con alta carga de chovinismo y discriminación que el Secretario de Cultura Ciudadana de Medellín, en el año 2008, diga que somos un pueblo burdo, vulgar, discriminador y mal educado, en los medios de comunicación, porque al pueblo no le pareció divertido lo que a él le parece charrísimo.


Señor Secretario usted es, como decimos en Medellín, un descache. Que mal humor.

lunes, 11 de agosto de 2008

Reporteros de calle como la Gurissatti

No deja de sorprenderme lo que pasa en Colombia. Aunque ya deberíamos estar acostumbrados a eso de que los medios de comunicación son una herramienta de poder de los poderosos, todavía causa sorpresa el ejercicio periodístico de muchos de los que tenemos por acá. Es que las tendencias políticas han sido siempre el ingrediente que hace diferente a un medio de otro, eso ya, tristemente, hace parte de la cotidanidad, pero lo que pasa en la polarizada Colombia de hoy, es vergonzoso.

No sé todavía porque sigo viendo programas informativos en el Canal RCN, cúando ya había dicho que, por salud mental, no lo volvería a hacer. Pues bueno, la semana anterior con la heroica publicación del video de la Operación Jaque, volví a caer en el error y me vi ese patético programa llamado La Noche que hablaba sobre el tema del video.

Y claro, me surgen algunos comentarios. El primero es que poco a poco, el sistema (des)informativo del Canal RCN, con su ginecocracia, cae todos los días más bajo. Esa niña Clara Elvira Ospina, la Directora de Noticias, está haciendo un papel ejemplar (pero para no srguir), un trabajo que la está llevando a convertirse en la mayor vergüenza para el periodismo colombiano: su sentido periodístico lleno de cinismo, de descaro y de charlatanería, está pasando el límite. No sólo no es capaz de guardar la compostura gestual que la haga parecer una periodista con cierto grado de objetividad, sino que sus comentarios en torno a las acciones del gobierno nacional están llenos de adjetivos calificativos y descaradas justificaciones sin ningún tipo de argumento. Yo sinceramente he estado pensando que Álvaro García, con lo condescendiente que fue, se cansó de que le pidieran un poco de comprensión con el Gobierno. Y llegó ella, Clara Elvira, con un poquito de condescendencia con la labor patriótica de ejercer un periodismo sensato y equilibrado.

¿Qué dice que parece tan horrible? Pues cosas como que la Operación Jaque es “el mejor premio para el esfuerzo de cientos de hombres y mujeres”, aunque seguido habla sobre el carácter secreto de la Operación: nunca entendí si fue secreta y entre muy pocos agentes o si fue un trabajo de “cientos de hombres y mujeres”. Pero además, por ejemplo, luego felicita al gobierno por el éxito de “la estrategia diseñada por el presidente Álvaro Uribe, el Ministro de Defensa – Juan Manuel Santos – y los Generales Fredy Padilla y Mario Montoya...”, aunque después dice - en referencia al uso del emblema del CICR – que seguro el oficial lo usó a titulo personal (como ha sido costumbre en este Gobierno): tampoco entendí si fue una estrategia diseñada en Palacio o si el oficial hizo lo que se le dio la gana. Así como al margen, a mí si me surge una pregunta: ¿Porqué la Casa de Nariño dice que las investigaciones no llevaron a la verdad, si fueron ellos quienes diseñaron la Operación?

Yo no sé en qué ha estado pensando la Junta Directiva del Canal RCN poniendo al frente de sus informativos a personas como Ospina, que con su actitud y su trabajo no le hace ningún bien al periodismo en Colombia, por el contrario, da un mal ejemplo y ponen en entredicho el sentido y el papel de los medios de comunicación en nuestro país. Es que si ese es el comportamiento de esta señora periodista al aire, cuando todo el mundo la está viendo, no quiero imaginarme lo que puede decirle y proponerle a aquellos que están por ahí buscando la noticia, recogiendo la información, aquellos que, como dice la Gurissati: los que somos “reporteros de calle”.
P.D. Es que después del comunicado que salió de la Casa de Nariño, justo después de mi anterior post, a mi se me ocurre que en Colombia, el gran mal de los gobiernos de los últimos años es que todo pasa, pero siempre es a mis espaldas.

martes, 5 de agosto de 2008

La ética si importa. Y en cualquier caso.

Que la Operación Jaque fue un éxito, claro. Que hay quince colombianos menos secuestrados en Colombia, también. Que las fuerzas militares de Colombia tienen preparación para hacer operaciones de inteligencia con inteligencia, ya se vio. Que el señor Uribe es un berraco y le ha dado golpes duros a las FARC, es un hecho. Que las FARC está en graves problemas, no tiene discusión. Todo ello es válido y cada uno de esos hechos puntuales, trae beneficios para el país. Pero, por más y más exitosa, noble, bonita y patriótica que haya sido esa acción filantrópicocastrense, no se puede aceptar que premeditadamente, con permiso del alto mando (incluido el jefe supremo, Álvaro Uribe Vélez), se haya utilizado el símbolo del Comité Internacional de la Cruz Roja.

El CICR no es cualquier cosa más, no es una ONG más, no es una institución cualquiera. La Cruz Roja es una organización que desde febrero de 1863, cuando un pequeño grupo de personajes importantes de la época se reunió para atender una idea de Henri Dunant, ha estado trabajando en medio de la pólvora de las armas para dar auxilio humanitario a los heridos y enfermos que la barbarie produce. Dunant, originario de Gèneve, fue testigo de la batalla de Solferino - pequeño poblado del norte de Italia -, uno de los episodios más relevantes de la guerra por la unidad italiana. En un poblado cercano, él encontró alrededor de 9000 personas heridas y junto con las mujeres del lugar pasó días y noches tratando de proteger la salud de todos ellos, sin distingo de bando.

De eso han pasado cerca de 145 años. Y durante este tiempo, la Organización ha acumulado un capital político de neutralidad y humanitarismo que la convierte en la única institución del mundo con la posibilidad de llegar a cualquier territorio en conflicto y conversar con todos los actores del mismo. Eso no es gratuito: hay historia y una posición clara de neutralidad en el Comité Internacional. Sólo eso, ha logrado que millones de personas en todo el mundo y que miles de colombianos afectados por la permanente violencia en nuestro país y del mundo, hayan salvado su vida.

Que un miembro de las Fuerza Militares colombianas haya portado el emblema de la Organización en una operación, cualquiera sea el carácter de esta, es un asunto grave. Es una cuestión de ética profunda y radical, como debe ser, no de ética acomodada y matizada por criterios políticos, como suele ser. El uso del emblema por parte de los militares o de los milicianos, podría poner en juego las operaciones del CICR por una sencilla razón: el que está en guerra carga con la paranoia en los hombros y que alguien se le aproxime con el peto de la Organización puesto ya no ofrece las mismas garantías de neutralidad de antes. Pero también, es que la institucionalidad debe propender por defender la institucionalidad, no ir en detrimento de ella: un gobierno serio no puede ir por ahí violando derechos internacionales, saltándose acuerdos internacionales, no puede. Un emblema del Comité es como un uniforme del ejercito, de uso privativo y está claro en las reglas del juego, quienes pueden hacerlo y en la lista no están los militares colombianos.

Dice el Ministro de Defensa que la operación no fue armada: ¡ni más faltaba!, más fuera que, además de haber usado inadecuadamente el símbolo, hubieran portado armas acompañándolo. Que no importa el emblema, que lo importante es que los secuestrados están afuera, dicen furibundos los uribistas: pues no, el emblema si importa y, a riesgo de parecer descorazonada mi apreciación, sólo son 15 los exsecuestrados y queda en juego el importantísimo trabajo que hace el CICR en el país (entre enero y marzo de 2008, fueron atendidos 21.800 colombianos pobres y abandonados
http://www.icrc.org/WEB/SPA/sitespa0.nsf/html/colombia-update-090608). Que el Presidente es un berraco porque tomó la decisión de implementar la operación y dejó a las FARC peor de lo que han estado en los últimos años, dicen también los furibistas: pues si, pero la voluntad política para enfrentar y resolver los problemas de Colombia (asuntito que ha faltado para lo de la salud y el empleo), no puede sustentarse en arrastrar por el piso la ética que tanta falta hace para que en nuestro país y en el mundo todo marche mejor.
Es sencillo. El humanitarismo y la neutralidad del CICR son probos, y no solo en Colombia donde cada dia, desde 1969, un importante grupo de personas está en misión en el terreno llevando un poco de calidad de vida a otro importante grupo de personas: los civiles víctimas del desplazamiento por violencia en nuestro país. Una calidad de vida que el Estado, responsable directo de un mejor vivir para los ciudadanos, no le ha dado a las víctimas – ni el Colombiano, ni ninguno de los demás gobiernos en conflicto - y que el Comité Internacional de la Cruz Roja entrega con convicción y responsabilidad.