viernes, 21 de noviembre de 2008

Cojea, pero con la ira llega

Con todo esto de DMG me pongo a pensar en por qué no habrá muchos congresistas, funcionarios del Gobierno y militares que le hablen fuerte al Presidente Uribe sobre su familia y lo enfrenten y demás. Si eso sucediera, tendríamos un Congreso, un Gobierno y unas Fuerzas Armadas, con menos cuestionamientos. Así, con la diligencia con la que la Policía y la Fiscalía han actuado en este caso, tendríamos otro Congreso, un Gobierno con personajes bien diferentes y unas Fuerzas Armadas fiables, pues ya les habrían descubierto a los padres y madres de la patria, a los burócratas y los mandos troperos todas las porquerías que han hecho durante años.

Es que con este Presidente, en estado iracundo, este Estado sí funciona, o bueno, funciona menos peor, es un poco más diligente. Mire usted, en cuestión de una semana, a este señor Murcia Guzmán y al tal holding DMG, le han encontrado un extenso y vergonzoso prontuario de los últimos tres o cuatro años o cinco, sustentado en grabaciones telefónicas y registros de movimientos financieros (incluso no bancarios), con llamadas y citas con lo más bajo y lo mas alto de la sociedad colombiana, entre muchas otras cosas comprometedoras. Una serie de pruebas y de actuaciones delictivas que uno no se alcanza a explicar qué hacía ese señor en la calle, cómo podía salir del país, cómo fue recibido por César Mauricio en la casa de nari, cómo no le habían abierto una investigación formal. Es que yo, siendo fiscal, con la segunda grabación, lo llamo a indagatoria.

Lo único que se me ocurre pensar es que, como siempre sucede en Colombia, el Gobierno, incluido el Presidente, mantiene fuertes y cordiales relaciones con los delincuentes de este pais – bueno, se hablan entre ellos y, además, mantienen relaciones con el Congreso, con eso no más, ni qué decir -. Por eso, todo va pasando, hasta que se la vuelan al ubérrimo y ahí si, todos los esbirros corren a sacar las grabaciones, los seguimientos fotográficos y unos acerbos probatorios enormes. Unos expedientes de pruebas que podrían contener la mitad de los delitos (la otra mitad no se hubieran cometido) porque se hubiese actuado en contra del delincuente con rapidez, pero no, acá se deja pasar todo (creo yo que con intereses, no técnico-jurídicos precisamente), se espera y se espera, hasta que el Gobierno necesite un boom o hasta que le hablen al señor Uribe de su familia o de sus negocios arcaicos, gitanos e ilíquidos.

Si consolidar un expediente delictivo de este calibre, se demoró meses y meses, teniendo en cuenta que ni el negocio, ni los personajes implicados estaban en la clandestinidad sino a la pura luz del dia, en los lugares más vistosos de las diferentes ciudades del pais, pagando millonadas de pesos en impuestos a la DIAN, entiende uno porque en Colombia la justicia funciona como funciona. Si este tipo Murcia Guzmán, con todo lo sospechoso que resulta, no más viéndolo, con sus lujos y excesos, como lo aseguran las autoridades del pais, no había caído, ¿qué se puede esperar con personajes que nacieron en cuna de plumas – como dice mi mamá –, que siempre han estado entre la crema y la nata, que no levantan sospecha porque son de buena familia y que, cuando delinquen, lo hacen haciendo aparentar el amparo de la ley y/o sosteniendo clandestinamente sus brazos armados con repartijas de platas y puestos para los más necesitados?
Ese es el panorama. Un panorama que no deja de ser sombrío porque la justicia en Colombia funciona si al señor que ha jurado ya dos veces en 7 de agosto, se le reta. Es por eso que en el Congreso, en las Fuerzas Armadas y en el mismo Gobierno hay tanto delincuente, porque como allí solo se debe escuchar decir “si señor Presidente”, entonces no hay riesgo alguno de que a alguien se le destape el expediente. Es por eso que por el territorio de la patria, se pasean sin preocupación, y con una sonrisa de oreja a oreja, los Del Rio, los Londoños, los Valencias, los Plazas, los Araújos y muchos otros personajes abominables.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Decretos de ofensa personal

Es una pena la manera como el Gobierno busca subsanar sus propios olvidos. Si uno empieza a mirar con lupa lo que ha decretado el Gobierno de Colombia, no se encuentra nada más que medidas completamente desmedidas, absurdas, inconstitucionales y, yo diría, con nombre propio. No “medidas precautelativas y administrativas”, como dijo el Ministro de Interior, el respetado Doctor Fabio Valencia Cossio, sino medidas rabiosas, represivas y pasadas de tiempo.

A mi me parece, como ya lo he dicho, que las tales pirámides son un atraco y que la gente se pasa de ingenua; de otros negocios, yo no sé con exactitud qué grado de legalidad o ilegalidad tienen, y menos cuando éstos han persistido por años, tiempo en el cual el Gobierno de este país no hizo nada. Creo que el asunto de DMG, no es lo mismo que una pirámide, puede que funcione como un negocio de varios niveles de negocio, pero creo que es diferente a lo de las tales pirámides. Ahora, lo de la captación ilegal, puede que se configure, aunque tampoco parece que fuese muy irregular, pues la norma no ha sido explícita con ello y el Estado le ha recibido millones y millones de pesos en impuestos.

Y vuelvo a las medidas. El primer esperpento legal está asociado a la retroactividad de la norma, es un absurdo, ¿desde cuándo se puede condenar con retroactividad? La ley, como ha funcionado siempre en cualquier país democrático, no es y no puede ser retroactiva, mejor dicho, si al ubérrimo se le ocurre pasado mañana que quien escriba o haya escrito un artículo diciendo que los colombianos somos brutos, incautos y ambiciosos se sancionara con pena de cárcel, pues a mí me tocaría ir a prisión porque lo hice la semana pasada, ¿es eso sensato?, ¿es eso lo que llaman justicia?

La segunda medida, más perversa que la otra, tiene que ver con que si el delincuente llega a utilizar los medios de comunicación para referirse a las medidas o si se hace alguna marcha o protesta callejera, el condenado a priori tendrá un aumento en su pena de prisión y en la astronómica sanción pecuniaria a la que ha sido sometido. Al mejor estilo del Gobierno vecino, queda prohibido utilizar la protesta pública o los medios de comunicación como mecanismo para hacer críticas a las medidas absurdas, excesivas y tardías. Y me parece grave por una razón sencilla: no hay posibilidad alguna de que los arquitectos de pirámides o los creadores de marcas nos cuenten qué es lo que pasa en realidad, qué pasa de fondo con el asunto, quiénes están metidos en el asunto; que, simplemente, no hablen de los grupos financieros tan cuestionados últimamente; o que simplemente no cuestionen los profundos problemas sociales que se viven en el país como el alto desempleo.

Y claro, la sanción de 10 a 20 años de prisión y los cerca de sesenta mil millones de multa aplicable a los delincuentes esos, son un exceso. En un país en el que se premia con millones y millones de pesos a los exsecuestradores que además traigan la cabeza del jefe o en el que se dan 4 años de prisión y se premia con el exilio a los motosierristas paramilitares, no creo que sea sensato imponer penas tan absurdas como esas. Pero es que el problema no es lo extraña que es la ley en Colombia, el problema no es lo desmedido de las sanciones, porque en Colombia se suben o se bajan las penas de acuerdo al nombre del sujeto involucrado.

Estos decretos son fuertes por el nombre propio al que van dirigidos: David Murcia Guzmán. Y no precisamente porque haya estafado a alguna persona en Colombia con su nuevo modelo de negocio, sino que tiene nombre propio porque el jefe de gobierno, con la piedra afuera – tan extraño en él -, no soportó que el señor David Murcia Guzmán respondiera a través de la W con amenazas a sus amenazas, no soportó que DMG levantara la frente y le respondiera con la energía y la vulgaridad que, al parecer, solo es exclusiva del patrón y sus esbirros y que le respondiera sin el miedo que ya no tiene como consecuencia del poder que le está dando el dinero, la gratitud y el interés de la gente que ha metido su platica en tarjetas prepago DMG.

Yo no sé que efecto real van a tener los decretos 4333 al 4336 del 17 de noviembre de 2008. Puede que resuelvan el problemita de las pirámides y las tarjetas prepago y les resuelvan el problemita de disminución de ingresos a los Avales y Bancolombias; pero lo que no creo que logren, es resolver los problemas graves de desempleo que se viven en el país, ni que se resuelvan las altas tasas de interés para el crédito y las bajas tasas de captación que tienen legalizadas y vigiladas las mafias banqueras de Colombia.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Esta Colombia tan ilegal, tan estúpida

Hace poco discutía con un amigo sobre el gobierno actual y, en medio de la conversación, éste me preguntó que si yo creía que en Colombia existen 6 millones de brutos y mi respuesta fue clara: no, tranquilamente es el doble, como menos.

Por ahí en mis escritos, directa o indirectamente, he dicho que creo que Colombia es un pais de brutos, violentos, tramposos, ambiciosos, facilistas, ladrones, entre algunos otros pequeños defectos.

Y vea usted. Yo si lo sospechaba, pero no creía en el asunto muy en serio. Y de que manera lo han demostrado los ahorradores de las captadoras. Las caídas de la tales pirámides demuestra que en Colombia los burros son muchos y de todos los tipos: ricos, pobres, trabajadores, desempleados, hombres, mujeres, universitarios, bachilleres, analfabetos, mestizos, mulatos, zambos, DE TODO.

Se dijo, se advirtió, se comentó, se denunció, los medios lo decían a gritos y los torpes, ambiciosos, vagos, necesitados, ciegos, sordos y mudos e ilusos colombianos, cayeron. Y ahora, se vuelven un monstruo y sacan de adentro toda la irracionalidad y violencia que nos caracteriza y aunque se metieron en un negocio ilegal, quieren que les respondan con legalidad: IDIOTAS.

Todos lo que metieron un peso en ese negocio y ahora están tirándole piedra a la policía son unos IDIOTAS. ¿No se han dado cuenta de que eso que, entrelíneas, dice el gobierno de que el crimen si paga, no es cierto? Lo cierto es que hay que trabajar y no como ha sucedido siempre que se roba, se contrabandea, se tumba al otro, hay que trabajar porque aunque trabajar en Colombia (para una persona que no sea político, gobernante o empresario) no te hace millonario, si te da dignidad y decencia, dos cosas tan escazas por estos lados.


Ahhh... y que no les digan más ahorradores, que no son ahorradores, son ambiciosos, facilistas e ilegales, tienen esas características tan nuestras que han permitido que en Colombia el narcotráfico, los grupos armados ilegales y los gobernantes, hayan prosperado.

jueves, 6 de noviembre de 2008

Eso de ser militar, eso de ser legal

Es que por estos días en los que se conmemora un año más de masacre y desaparición en el Palacio de Justicia por parte del M-19, lo primero y del Ejercito Colombiano, lo segundo.

Con todo lo que ha sucedido en Colombia últimamente (en los últimos doscientos y piquito de años más o menos), se me ocurre que al Ejercito Nacional le convendría que aquellos que han intentado defenderlo y salen por ahí a hablar bobadas, se callen.

Es que todo el tiempo los defensores del señor Presidente y de Ejercito están comparando a los segundos con cada delincuente que aparece en Colombia. Por ejemplo, dicen: ¿porqué las ONG, como Human Rights Watch, siempre denuncia al Ejercito y al Estado pero nunca hablan de la violación de derechos humanos por parte de las FARC? o también se les ocurre decir que si los responsables de la masacre en el Palacio de Justicia están en cargos públicos porqué no hacer un ejercicio de indulto, verdad y reparación con los militares que desaparecieron a algunos ciudadanos en ese mismo hecho.

En el primer caso es importante recordar que el Ejercito se supone actuando bajo las formalidades de un estado de derecho, es decir, se supone una institución legítima y legal que se acoge no solo a las normas y reglas que la Constitución y las leyes le imponen sino además a convenios y estatutos internacionales sobre el respeto a la población civil, en cambio las FARC no lo son, no son legales ni legítimas, no tienen reconocimiento político y por lo tanto, nadie puede exigirles, ni pedirles, ni obligarles el cumplimiento de ninguna norma. Si nos ponemos a tono con las voces oficiales en Colombia, los terroristas de las FARC no tienen responsabilidades de ningún tipo, son terroristas y como terroristas, no se rigen por ninguna norma.

En el caso del Palacio de Justicia tenemos que decir algo similar. El M19 masacró a muchas personas durante la toma, pero lo hizo en su condición de grupo insurgente, subversivo, ilegal. El Ejercito Nacional inició la retoma con el argumento de defender la Constitución y la ley, una Constitución y una ley que les exigía defender la vida de la población civil, defender las instituciones legales y legítimas del Estado, una Constitución y una ley que los respaldaba para que lo hicieran todo bien y no lo hicieron porque la retoma terminó con l desaparición de muchos ciudadanos que salieron vivos del Palacio, entraron vivos a la Casa del Florero y nunca más se volvieron a ver. Luego, después de muchos años, el M19 dejó las armas y se reincorporó a la vida política del país a partir de un proceso de negociación legítimo y legal. Ahora si usted quiere que a los exmilitares responsables de las desapariciones pos-re-toma se les dé un trato igual al que se les ha dado a los paramilitares colombianos con un proceso de verdad, indulto y reparación, pues allá usted.

En resumen, si usted considera que Human Rigth Watch debe comenzar a sancionar a las FARC o dejar de denunciar al Ejercito y al Estado colombiano pues haga todo lo posible para que el señor Uribe le dé estatus político a las FARC o simplemente para que, de ahora en adelante, a todo el mundo le quede claro que usted piensa que el Ejercito colombiano es terrorista, ilegítimo e ilegal. O si usted cree que los exmilitares deben ser perdonados a cambio de la verdad, tenga en cuenta que los está poniendo en las mismas condiciones de los más grandes delincuentes del país y, aunque lo puedan llegar a ser, no creo que lo que usted pide les deje muy bien parados.


Mejor dicho, lo que usted cree que es un favor para su Ejercito Nacional, no lo es. Si sigue hablando como está hablando en defensa del Ejercito, va a terminar poniendo a toda su fuerza a incrementar sus abusos cotidianos sin que nadie los vigile (y no diga nada cuando le toque a usted) o va a decepcionarse mucho de sus Fuerzas Armadas y de sus gobiernos cuando estos delincuentes de la retoma del Palacio, comiencen a contar la barbarie cometida, como los paramilitares.

lunes, 3 de noviembre de 2008

Que pena ajena!!!

Yo sé que no soy el mejor vestido, ni el mejor hablado, pero también sé que no osy presidente. Que mal le queda al señor Uribe, Presidente de la República, Jefe de Estado, Comandante Superior de la Fuerzas Armadas, etc... salir por ahí de ruana a echarse un discurso intolerante, vulgar, violento, irrespetuoso, en resumen, completamente inapropiado para sus calidades – al menos para las que representa.

Si, ya todos sabemos que es un chalán con plata, que es un “machote paisa” sin miedo de enfrentarse al que sea (seguramente hasta la rula la debe usar de maravilla): “que me lo pongan, que me lo pongan!!!”, que es un iracundo energúmeno que es capaz de darle en la cara a algún “mechudo”; pero como se dice “la mujer del césar no sólo tiene que serlo, sino parecerlo y por eso no podemos pasar por alto que el señor Uribe es el Presidente de la República de Colombia, que aunque sea una tierra violenta, una tierra de cafres, necesita que su representante, se comporte con decencia.

A mi, a veces, cuando me pongo en la parte light de la reflexión política me da mucha vergüenza ajena que el Presidente se vaya de carriel y poncho al hombro a encontrarse con otros jefes de Estado en Europa o en otro lugar por allá lejos y me da mucha pena ajena oirlo hablar sobre sus calidades y virtudes personales como macho paisa sin arrugue y con verraquerra.

Pero en lo de fondo, me da tristeza que un Presidente, que debe guardar la compostura para la protección de la Constitución y la ley, se largue en cualquier tarima, haciendo gala de su populismo discursivo, a acusar a José Manuel Vivanco – Director de Human Right Watch - de colaborador de las FARC sin presentar ninguna prueba de esa complicidad y sin hacer ninguna denuncia formal, aunque – como pruebas reales de lo que Vivanco ha denunciado - unos días antes el mismo señor Uribe destituyó a un grupo de militares que “estaban dando los resultados” que él mismo viene exigiendo hace unos años, o que les ha dicho a los militares del Villavicencio que dejen la complicidad que tienen con unos narco-paramilitares de la zona en vez de destituirlos y denunciarlos.
Es que el Ejercito Nacional hace parte de las Instituciones del Estado y está bajo la dirección directa del Gobierno y responden a órdenes del Gobierno, puede que instrucciones mal dadas y/o malinterpretadas, pero responde a ellas. Y si un “soldado de la patria” viola los derechos humanos y realiza ejecuciones extra-judiciales, es el Estado y su gobierno quién está violando los derechos humanos, porque los militares no son, o no pueden ser, sicarios independientes sin dios ni ley y tener responsabilidades individuales y nada más: no, el gobierno debe responder por cada uno de los sujetos que dota de uniforme u de armas para defenderle en su posición de provilegio, para eso le pagamos a usted y a todos los funcionarios señor Presidente, no les pagamos para que se comporten de cualquier manera , les pagamos para que hagan las cosas con decencia.

Un asunto de apología... al delito

Hay algo qué se llama punto de vista. Es ese asunto que le da un sentido particular a un concepto, un hecho, una acción o a lo que sea. Y ese punto de vista se construye y se legitima en los argumentos, así sean mentirosos.

Hay algo más que se conoce como poder. Y es esa capacidad individual o colectiva de actuar, que se legitima en las estratagemas legítimas o no de hacer o decir.

También es real algo que se llama gobierno: Podríamos plantear que es esa capacidad de manipular todos los recursos –casi siempre lingüísticos– para hacer creer que se hace lo correcto para todos. Eso es lo que suele ser un gobierno.

Son tres asuntos que el Presidente de la República de Colombia, conoce bastante bien y que, de la mano de sus asesores –algunos con bastante maña- maneja de manera asombrosa.

Ah, y hay algo que se conoce como apología. Y según la Real Academia de la Lengua es “Discurso de palabra o por escrito, en defensa o alabanza de alguien o algo.” Y lo que Uribe ha hecho durante los últimos años no es más que una apología al delito.

Antes de seguir, es importante decir –para no pasar de inhumano- que es refrescante que en las selvas colombiana haya un secuestrado menos. Hay que aclararlo porque mi punto de vista, como el de cualquier colombiano que no milite en el furibismo, tiende a ser un despropósito.

Hablaba de las apologías al delito, en el marco de los puntos de vista, el poder y los gobiernos. Y es que convertir en héroe a quien ha delinquido es una apología al delito y, de nuevo, el gobierno de Uribe, lo hace, lo ha hecho todo el tiempo: Con paramilitares, guerrilleros, narcotraficantes y políticos corruptos.

Eso de gobernar no es fácil, pero si usted se somete a hacerlo, pues es necesario que lo haga con responsabilidad, una virtud que en este país ha escaseado durante toda su historia y que este gobierno perpetúa.

Digamos que hay tres maneras de resolver los problemas de un pais como Colombia: una triste y terrible, llamada guerra; una perversa, que es sobornar y premiar a los delincuentes; y una tercera, la óptima, que es resolver los problemas fundamentales: proveer a los ciudadanos lo básico (empleo, salud y nutrición). La primera resuelve asuntos coyunturales y deja mucho dolor y resentimiento, eso ya está probado en Colombia; la segunda, deja aparentemente menos sangre y menos dolor, pero no es justa ni deja un buen mensaje para los colombianos necesitados; en cuanto a la tercera, no es posible porque ni los ricos, ni los poderosos están dispuestos a entregar la menuda para que todos sus compatriotas, tengan lo mínimo, pero es la óptima.

Pero voy a retomar el tema de las apologías en el mismo marco del punto de vista, el poder y el gobierno. La guerra es bárbara: disparar, matar a un ser humano, es un asunto bárbaro, pero parece que eso depende del tal punto de vista. Mi madre por ejemplo cree que Dios da licencia a un militar para matar porque está defendiendo algo, inventado por el hombre no por Dios, llamado Estado; pero además agrega que, como el tal Jojoy, es de izquierda, seguro no tiene permiso de Dios para blandir el fusil y por eso es un sinvergüenza.

En un país que se ha violentado durante tantos años, el Presidente no debería poner en lo más alto de la escala de valores la violencia, el soborno, el engaño y la intolerancia. Debería si, poner por lo alto los valores éticos y humanistas para la ciudadanía y la vida cotidiana: respeto por el otro, por la vida, por la justicia; la tolerancia, el diálogo; entre muchos otros que están por ahí difusos o desaparecidos.

Es que el Presidente hace muchos años le ordenó a los violentos e irracionales militares “dar resultados” y eso se implica que también les dio permiso para actuar. Con su permanente discurso de “los soldados de la patria”, de “los salvadores de la patria”, les dio un lugar privilegiado en la política de seguridad democrática y ellos, que siempre han abusado del poder, se dedicaron a ejercer la fuerza y la violencia sin límite alguno porque es que cada baja es un punto adicional en el escalafón de ascenso al poder que dan las armas, no importa quién sea el caído. Ese pedestal de oro en que se ha puesto a la fuerza militar, ese heroísmo que se les ha otorgado ha permitido que se implemente un sistema de limpieza social perverso, patético y vergonzoso: detener y ejecutar jóvenes con antecedentes penales, mayores o menores, para registrarlos como “positivos” contra las fuerzas “terroristas”.

Pero además, se juega a corromper a la ciudadanía, a los buenos y a los malos ciudadanos, con esa peligrosa política de recompensas que nos regresa al viejo oeste, que nos devuelve al “wanted death o alive” de las películas de vaqueros. Ya se demostró con a. Rojas, que ejecutó extrajudicialmente a Iván Ríos y que no tendría porque ser premiado por el Estado, ni reconocido como un valeroso hombre. Los más creyentes en “la carnita y los huesitos” argumentarán con que funciona y que a.Karina es una muestra de ello, y si, funciona, pero justamente como todo lo funcional, se convierte en un asunto de coyuntura que no hace mejores ciudadanos sino países y ciudades más gobernables, y no estoy seguro de que en el largo plazo eso sea bueno.



Finalmente, yo siempre he dicho que los guerrilleros rasos no son terroristas sino víctimas de un Estado excluyente, de un Estado que en la búsqueda de suplir las ambiciones de los mezquinos grandes empresarios colombianos y extranjeros y de los corruptos gobiernos que siempre han trabajado para ellos, también tengo claro que delinquen, que han disparado un fusil y que han privado de la libertad a muchas personas mediante el secuestro. Por ello me parece peligroso y vergonzoso que un gobernante exalte y ponga en condición de héroe a un guerrillero que se ha desmovilizado y que el Estado le dé $1.000’000.000 de premio por haber delinquido y arrepentirse, eso no puede pasar, por más secuestrados que éste traiga a la libertad, porque para mí, desde mi punto de vista, esos actos son una invitación para que aquellos que han enfrentado la pobreza con dignidad y respeto por los demás, piensen en hacerse delincuentes para recibir su recompensa. Para mi, eso es apología al delito.